Las mujeres en la tradición Caraíta siempre han sido consideradas como iguales. Nunca han sido excluidas de servir en ningún oficio religioso. Nunca han sido etiquetadas como ciudadanas de segunda-clase. De hecho, la información existente en textos legales Caraítas en cuanto a los diferentes papeles de la mujer es normalmente una reacción contra órdenes Rabínicas formuladas contra ellas. Lo que sigue es un breve relato de la situación de la mujer en la tradición Caraíta, con vistas a que pueda contrastarlo con las leyes Rabínicas.
Mitzvot (Mandamientos)
La Torah declara específicamente cuando una miswah (un mandamiento) se aplica a los hombres, y cuando un miswah se aplica a las mujeres. En todos los demás casos dónde la Torah dicta una miswah la miswah en cuestión obliga a todos los Israelitas – hombres y mujeres, indistintamente. En consecuencia, por ejemplo, los Caraítas han mantenido siempre que las mujeres deben llevar Sisiyot. Nosotros siempre hemos mantenido que a las mujeres se les exige que estudien la Torah (en contraste con las abundantes afirmaciones Rabínicas en las que se les prohibe estudiar la Torah); y nosotros siempre hemos mantenido que las mujeres deben orar con tanta frecuencia como los hombres.
El Divorcio y la Propiedad
En la ley de la Torah, una mujer puede reclamar el divorcio. Si un hombre se niega a darle el divorcio a su esposa, el beit din (la corte legal judía) puede ejercer su poder legal y conceder el divorcio en su lugar. No hay agunot en el Caraísmo.
La propiedad de una mujer es suya, y sigue siendo suya siempre. Un marido no tiene ningún derecho sobre la propiedad de su esposa a menos que ella se la conceda. Además, cuando una mujer muere, sus hijos heredan su propiedad, no su marido.
El Papel de la Mujer
En la ley Caraíta, el testimonio de la mujer es tan válido como el testimonio del varón. Los Caraítas nunca han hecho distinción entre los dos – ambos testimonios son válidos en cualquier situación legal.
Las mujeres siempre han podido mantener papeles de liderazgo. Esto fue cierto incluso en la edad media, la era de la misoginia. En el siglo 11, en España, después de que los Rabanitas mataran al líder Caraíta Sidi ibn al-Taras, su esposa, al-Mu’alima (qué significa el maestro), tomó sobre sí el cargo de Hakham principal del Caraísmo en España.
A partir de Tehilim (el libro de Salmos) sabemos que las mujeres cantaban en el Beit Hamikdash (Santuario). Tehilim 46.1, 68.26 son Salmos que fueron escritos específicamente para que los cantaran las mujeres, y se acompañaban con danzas y diversos instrumentos. Por consiguiente, a las mujeres en el Caraísmo nunca se les ha restringido en cuanto a cantar o hablar en el Beit HaKenesset (sinagoga). Como uno podría concluir a partir de lo dicho, las mujeres pueden de hecho ostentar la posición de Hazzan (el que dirige las oraciones). Insistimos, en el Caraísmo ningún papel religioso está prohibido para las mujeres.
Los ritos conyugales le pertenecen a la mujer, no al hombre. Si un hombre tomaba una segunda esposa, sólo podía hacerlo con el permiso de la primera.
Separacion entre Hombres y Mujeres
La Torah hace distinción entre hombres y mujeres en casos específicos. Como se ha mencionado previamente, hay miswot en la Torah que se aplican específicamente a hombres, y a mujeres. Por ejemplo, los hombres se contaminan si experimentan una emisión nocturna. Las mujeres no pueden de tener emisiones nocturnas, consecuentemente esta ley no se aplica a ellas. Las mujeres se contaminan en el momento de su niddah (menstruación). Los Hombres no tienen menstruación, consecuentemente, esta ley no se les aplica.
En las Beit HaKenesset (sinagogas) Caraítas hay lugares separados para los hombres y las mujeres; sin embargo la razón de esto no está estrictamente basada en el género. Como en las mezquitas musulmanas, los Caraítas hacen muchas de sus oraciones inclinados en el suelo. Cuando las mujeres se arrodillan, se ponen en riesgo de exponerse a los hombres que estén arrodillándose detrás de ellas. Por consiguiente, en las Beit HaKenesset Caraítas, las mujeres se sientan a un lado de los hombres, o detrás de ellos. Como esta practica está basada en la modestia, antes que la exclusión de las mujeres, no hay ninguna Mehisah.
Traducido por Baruj Prieto y revisado por Daniel ben Immanuel